Doy
vuelta en la esquina hacia la derecha y frente a mí, a unos 20 metros, logro
identificar a las personas de las fotos que vi cuando desperté. No sé quiénes
sean, no sé sus nombres ni sus historias, lo único que conozco de ellos son sus
rostros que tuve que memorizar para no
equivocarme. Trato de recordar en mi archivo mental el momento en que me
equivoqué o cometí un acto tan ruin y bárbaro que como consecuencia me tiene
aquí, deteniendo mis pasos unos minutos para impedir lo que haré.
Todo
comenzó ayer. Un largo día cruel y de tortura.
La mañana de por sí ya había empezado rara, el calor me despertó y no
pude bañarme para ir a la escuela. Mamá entra a trabajar a las cinco de la
mañana al hospital y mis clases empiezan a las seis por lo que no puedo verla
hasta la noche. Tomé el celular para ver la hora, ya se me hacía tarde para
llegar a la escuela y me arregle rápido
para salir. Un paquete en forma rectangular color rojo estaba en el suelo
frente a la puerta lo que impidió mi salida rumbo a la universidad. Al borde de
la caja sobresalía un sobre amarillo con una solo indicación precisa y clara:
“Léeme ahora”. El sobre tenía una carta.
Querido
Alberto, dentro de un día es tu graduación por lo que tu regalo ha llegado. He
esperado este momento ansioso desde hace tiempo. A partir de hoy tienes una
misión, un objetivo que puede salvar a una persona y matar a cinco o viceversa,
matar a una y salvar a cinco. No trates de saber quién soy pues eso lo sabrás
cuando termines la misión, te aseguro que la recompensa será más de lo que
piensas. ¿Por qué habrías de obedecerme? Revisa la habitación de tu madre y
veras que no ha dejado la cama arreglada. Ella está conmigo y si tú no haces lo
que te pido la encontraran colgada en alguna parte de la ciudad. No debes acudir
a nadie. ¿Si entiendes lo que significada nadie? Encontrarás en la casa unas
fotos de las personas a quienes debes de sacrificar para salvar la vida de tu
Madre. Hoy debes mantenerte encerrado en casa. Podrás darte cuenta que el
servicio de teléfono y electricidad han
sido revocados. Tu celular no tiene señal y ni tendrá. No hay nada para comer
ni beber hasta mañana. Te he mandado un manual para que aprendas rápidamente
como debes actuar para tu misión. Junto a ello están dos armas que debes
escoger para efectuar el plan, un plano de las calles que caminarás, un reloj
de mano y una foto de la camioneta que te estará esperando al terminar la
misión. Cualquiera de las dos opciones que te he dado y decidas, la camioneta
esperará de igual forma. Para incentivarte en la misión abre la caja.
Te
estoy observando. ¡Éxito!
Lo
que había en la caja me dejo paralizado y me erizo la piel. La oreja derecha de
mi madre estaba rodeada de sangre decorada con el arete de oro en forma de
elefante que siempre usa para ir a su trabajo. Decidí hacer caso a la carta, me
quede en casa todo el día hasta el amanecer de hoy. No había duda que tenían
secuestrada a mi madre y la única opción era hacer lo que me pedía.
Hoy
no siento el hambre que posiblemente en otras ocasiones debería tener. Tengo que hacer esto. Entre las opciones que
me dieron se encontraba un cuchillo y unas tijeras de jardinería. Tuve que
elegir lo más discreto para que nadie notara lo que llevaba en la chaqueta azul
que cargo en este momento. Sigo
caminando por toda la acera lo más lento posible. A lado de mi pasa un señor
que está trotando como todos los días. Aún es temprano y no hay más movimientos que los tres estudiantes
esperando el transporte.
Sigo
caminando pero no deseo avanzar, no sé si me atreva arrebatar la vida de tres
personas. Ese manual era muy bueno, tal
parece que lo escribió un experto en asesinatos. No he sido una buena persona
durante mi vida pero no soy un asesino. Ni si quiera me atrevo a caminar. El
miedo me atrapa y los pies me tiemblan.
Mis piernas empiezan a fallar y
me detengo para respirar. Estoy sudando frio. No quiero hacerlo. No puedo
hacerlo.
Mientras
estoy parado divagando en mis pensamientos, pasa una señora a mi lado chocando con mi brazo, se parece a mamá, con
su pelo castaño y su piel blanca, con un vestido blanco como el que ella
llevaría hoy a mi graduación. Volteo a verla pero ya está subiendo a un coche
negro dejando sobre el suelo de la calle una pequeña caja roja. El carro
arranca y se pierde en el horizonte.
Avanzo
hacia la caja, y me agacho para recogerla. Estoy temblando, estoy seguro que es
para mí. La abro y adentro encuentro la mano izquierda de mamá con mechones de
pelo sobre ella. No puedo creerlo.
Empiezo
a caminar más rápido y frente a mí ya puedo visualizar mejor el rostro de las
personas que estaban en la foto que encontré hoy en la cocina. No puedo
arrepentirme ahora que estoy cerca de ellos. Es mi madre o tres desconocidos.
Uno
de los chicos está sentado esperando el bus, la chica con su maletín esta parada tomada de la mano junto a otro
chico. No había nadie más. Todo está planeado y calculado por los hacedores del
plan. Un solo gramo de desesperación puede ser suficiente para matar.
Me
acerco al chico que esta solo sentado,
tomo el cuchillo que llevo escondido en mi chaqueta. Las manos me tiemblan y me
suda el cuerpo. Las lágrimas empiezan a rodar sobre mis mejillas y la
impotencia me invade. En mi mente aparece mi madre.
Mi
madre es la única persona que ha estado conmigo desde que nací, no hay papá ni
familiares que me respalden solo los pocos amigos que he logrado obtener
durante la universidad. Para mí, ella es mi tesoro, lo más importante de mi
vida. No entiendo quien pueda querer hacernos daño. De algún modo sé que no
debo cometer alguna estupidez.
Leí
las partes que son fáciles y fiables para asesinar. Deslizo el cuchillo sobre
el cuello del chico y la sangre empieza a brotar salpicando la acera. Estoy
gritando por dentro de dolor.
El
chico apenas puede gritar pero es audible para la pareja que esta frente a
nosotros. La chica ya está gritando y su novio la jala por la mano tratando de
correr. Me lanzo contra ellos y ya no estoy pensando. La chica cae al suelo y
es mi oportunidad para eliminarla, entierro en su pecho el arma y ella se
desvanece completamente en el suelo. Saco el cuchillo del pecho embarrado con
sangre, su color atrapa mi visión y sus gritos ya no son problemas, el chico
que se detuvo para ayudar a su novia
emprende la huida nuevamente.
Empiezo
a correr a toda velocidad y me lanzo arriba de él. Cae de espaldas y yo estoy
arriba apuntando el cuchillo en el aire. Sus gritos de auxilio quedan apagados
cuando lo apuñalo en la espalda una y otra vez. Mis lágrimas brotan rápidamente
pero la misión está concluida. Me levanto tambaleando sobre mis pies, en mis
manos el cuchillo escurre sangre y golpea contra el suelo. Tengo que correr y
encontrar la camioneta para escapar.
Pensé
que nadie me estaba viendo pero dos personas se asoman por la ventana de sus
casas. El señor que corre todas las mañanas está pasando en este momento a lado
de mí y me reconoce. Él se detiene sorprendido por el escenario
que ve. Sigo corriendo sin soltar el cuchillo, doy vuelta en una esquina y la
camioneta esta al final de la cuadra.
Lo
he hecho. Espero haber salvado a mi madre de quien nos está haciendo vivir esta locura. Me siento perdido. Me acerco a
la camioneta y la puerta se abre. Adentro esta la mujer que vi pasar hace unos
minutos, lleva el mismo vestido pero ahora sus ojos son cubiertos por sus gafas
negras. Me sonríe y me invita a sentarme a lado de ella. Pregunto por mi madre
y solo me apura a subir para escapar, entro
sin hacer más preguntas pero sé que voy rumbo a verla. Solo quiero abrazarla y despertar de esta
pesadilla, pero no sé cómo lo haré.
La
camioneta gira a la derecha tomando la carretera federal, conoceré pronto al
loco que nos tortura. Los chicos que
acabo de asesinar me golpean la mente, sus cuerpos sangrando atraviesan mis
pensamientos. Tal vez no tenían ninguna relación con este asunto pero eso no
importa ya. Me doy cuenta que sobre la mano sigo sosteniendo el cuchillo, está goteando la sangre sobre el asiento y lo
suelto rápidamente. Sigo perdido, Alberto ya no es el mismo y no sé hacia donde
vaya a partir de hoy, lo único que sé es
que ahora soy un asesino.
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